Se dice que los niños de las últimas dos décadas han sido los más protegidos de la historia, y que, sin embargo, también son los que más desórdenes emocionales han presentado: depresión, trastornos de la alimentación (como anorexia y bulimia), así como adicciones.
Ahora que los padres de familia habían estado más empeñados que nunca en evitarles sufrimientos. ¿Por qué la contradicción? “Porque los padres de familia de las últimas generaciones le hemos apostado, como nunca, a la sobreprotección, a un mínimo de expectativas respecto a los hijos y a sumergirlos en un ‘mundo perfecto’, lo cual ha afectado en su forma de desenvolverse ante la vida”, responde Alfonso Salazar, psicólogo infantil.
Ciertamente la sobreprotección conlleva las mejores intenciones, pero al sobreproteger, destruimos los incentivos de los niños para progresar de manera autónoma, ellos se quedan sin la oportunidad de descubrir y probar sus propias capacidades, y su autoestima se puede ver dañada, ya que a un niño sobreprotegido se le dificulta percibir su propio valor.
Por otra parte, afecta la naturaleza y fluidez de las emociones. En circunstancias normales, un pequeño que se enfrenta a una limitación propia, por ejemplo a no poder atarse los zapatos, se desespera, se siente contrariado o frustrado y descarga tales emociones a través del llanto o los berrinches. Pero, como cosa natural, después intenta resolver el problema y superar dicha limitación.
Nuestra función como padres
¿Cómo sería, entonces, un método de crianza adecuado? “Nuestra función es guiar por medio de reacciones”, propone el psicólogo Salazar. “¿Cómo va un niño a saber que necesita esforzarse más, si sus padres le festejan cualquier movimiento, por más insignificante que sea? ¿Cómo va a darse cuenta de su mal comportamiento, si se abstienen de llamarle la atención? ¿Cómo va a adquirir habilidades para su vida cotidiana, si en su casa le hacen todo? Es necesario que seamos realistas y honestos con los niños, un censor para su comportamiento”, puntualiza.
“Desde los 18 meses, los niños muestran su impulso natural a la autonomía, al querer comer solos o al pretender alcanzar algo por ellos mismos. Es lamentable que los adultos sobreprotectores arrasen con ese impulso, al reprimir todo esfuerzo infantil con actitudes represivas tales como: ‘te vas a manchar’, ‘te vas a caer’, ‘lo vas a tirar’, ‘quítate, déjame hacerlo a mí’, o bien, con adulaciones que sólo disfrazan la realidad”, sostiene Salazar.
Los niños que aprenden a buscar soluciones por sí mismos tienen una autoestima más elevada, respetan y quieren más a sus padres, se sienten más seguros de sus decisiones, tienen un carácter más fuerte para superar las adversidades, se vuelven más hábiles para resolver problemas, son más creativos y gozan de la dicha incomparable de ser ellos mismos.
Por todas estas razones, es valioso considerar que uno de las mejores aportaciones que podemos proporcionarle a los hijos, es la oportunidad de descubrir todo aquello de lo que son capaces de lograr, pero sin dejar de lado que también son sujetos a equivocarse y a aprender de sus errores. ¡Vale la pena, brindarles siempre el voto de confianza!
Flor Angélica Fernández/Fundación México Unido
Fuente:
http://www.impre.com/salud/2010/2/22/sobreproteger-a-tus-hijos-les--174632-1.html