El exceso de peso durante el embarazo tiene consecuencias nefastas en la salud adulta de los hijos, según un estudio de la U. Hebrea de Jerusalén (Israel) y la U. de Washington (EE.UU.)
Hasta ahora, todas las investigaciones se habían centrado en la negativa relación que tenía este sobrepeso en la salud de los hijos cuando estos son niños y adolescentes. Sin embargo, este nuevo trabajo probó que las consecuencias pueden continuar presentes incluso en la adultez.
Los investigadores, encabezados por Hagit Hochner, analizaron a 1.400 adultos nacidos en Israel entre 1974 y 1976. A todos ellos se les consideró el índice de masa corporal (IMC, relación entre peso y estatura), presión arterial, cantidad de azúcar y grasa en la sangre y circunferencia de cintura.
Estos antecedentes fueron cruzados con los datos de las fichas de embarazo de sus madres. De esta forma, se pudo comprobar que mientras más sobrepeso tenían las mujeres, mayores eran los índices considerados en el estudio pasados los 30 años.
Más cintura
Independiente del sobrepeso previo de la madre y sólo considerando los kilos aumentados en el embarazo, los hijos de aquellas que subieron más de 14 kilos tenían en promedio 1,6 punto más de IMC y 2,4 centímetros de cintura que los hijos de madres que subieron hasta nueve kilos durante el período de gestación.
Además, de acuerdo al estudio, como promedio, los hijos de las mujeres que al momento de embarazarse tenían un índice de IMC superior a 26 (considerado sobrepeso), al llegar a adultos tenían mayores niveles de triglicéridos en la sangre (tipo de grasa que se mide con un examen sanguíneo) y menos colesterol bueno (HDL). Es más, los hijos de estas madres tenían en promedio 10 centímetros más de circunferencia de cintura que los hijos de madre sin sobrepeso.
“Ahora sabemos que los acontecimientos que ocurren al comienzo de la vida, cuando somos fetos, tienen consecuencias duraderas para la salud adulta”, dijo Hochner.
Los investigadores señalaron que la envergadura de la madre antes y durante el embarazo está asociada con factores de riesgo cardiometabólicos en sus hijos cuando son adultos, riesgo asociado a la cantidad de grasa que tienen en su cuerpo.
El doctor David Siscovick, de la U. de Washington, dijo a La Tercera que es probable que tanto los genes como el estilo de vida, incluyendo la ingesta de calorías en exceso (o alimentos específicos) y la inactividad física, estén involucrados en la salud de estos niños cuando son adultos. Sin embargo, la investigación aún no determina con certeza por qué se desencadena este fenómeno. “Esto plantea interrogantes sobre el papel de los acontecimientos de la vida temprana en el desarrollo del riesgo cardiometabólico. También es posible que tanto los genes y el riesgo de estilo de vida influyen en la descendencia a través de efectos sobre el medioambiente intrauterino”, señaló el experto.
El especialista también dijo que aun cuando los hijos no desarrollen obesidad en la edad adulta (o en su infancia o adolescencia), el ambiente intrauterino al que estuvo expuesto tiene efectos en el largo plazo, una relación que es posible prevenir, para evitar futuros problemas metabólicos asociados a la glucosa, insulina, presión arterial, lípidos y lipoproteínas.
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