Un padre, cuya figura resulta ausente o borrosa para el hijo, retrasa la evolución del niño. Es la conclusión de diversos estudios, los cuales resaltan que la ausencia del papá en la formación del bebé le genera daños irreversibles a largo plazo, entre ellos falta de concentración, ansiedad, dificultad en la formación de lazos duraderos y tendencia a la depresión.
“La presencia de los dos padres es fundamental, pues así se desarrollan adecuadamente las dos funciones dentro de la familia: la materna y la paterna. La primera, no sólo la ejecuta la mamá sino también el papá, y le permite al niño aprender a cuidarse y a proveerse bienestar. La segunda también la realizan los dos, pero es más importante el rol del padre, ya que le permite al niño esforzarse para alcanzar metas, adaptarse bien y tener un comportamiento social adecuado”, afirma el doctor René Solano, sicólogo de familia.
Sin embargo, las consecuencias de un padre ausente en la crianza del niño dependen de múltiples factores: la edad del hijo en la que se inicia la privación de la presencia paterna y la duración de la misma, las causas que la originan y otros factores del entorno familiar, social y cultural.
“Los niños que no tienen una figura masculina bien establecida son más caprichosos y centrados en sí mismos, no se esfuerzan, les cuesta reconocer el derecho de los otros, rechazan las normas y muestran dificultad para obedecerlas. A aquellos que sostienen buenas relaciones con sus padres les es más fácil controlar sus emociones y regular su comportamiento socialmente”, agrega el doctor Solano.
LOS NUEVOS PADRES
En el siglo XX, la mujer lideró su propia revolución, fenómeno que la llevó a diferentes esferas culturales y políticas antes vetadas para ella. Pero también, y tal vez lo más importante, generó un cambio en la perspectiva que tenía sobre ella misma y su función en el hogar. Esto desencadenó un cuestionamiento del rol masculino tradicional, lo que ha llevado a la mayoría de los padres actuales a revaluar los modelos de educación basados en la fuerza y la agresión física.
“La sicología demuestra la importancia de la relación con nuestros padres en la constitución de una vida mental sana y lo crucial de la figura paterna en el crecimiento. La paternidad pasa a ser un elemento irreemplazable en la constitución de la masculinidad del niño varón, y en la capacidad de sentirse atraída por los hombres, en la niña mujer”, afirma un estudio liderado por el reconocido médico chileno Ricardo Capponi.
Al respecto, el doctor Solano opina que todos los padres poseen unos elementos culturales con los cuales ejecutan la crianza, pero cuando tienen la posibilidad de ser padres a su estilo, pueden renovar dichos elementos.
“Hoy día hay una apertura que les permite a los padres (si así lo quieren) ayudar en la crianza de sus hijos e interesarse por no generar ningún daño. La recomendación es que haya cercanía, porque actualmente existen retos y necesidades sociales diferentes a las de antes. El padre no es sólo el que provee el alimento a la casa, ni el que imparte la disciplina; actualmente hay un nuevo llamado a establecer vínculos emocionales con los hijos”, indica el doctor Solano.
EL PRIMER AÑO, UNO DE LOS MÁS IMPORTANTES
En esta etapa se establecen lazos estrechos entre el bebé y los padres, quienes ejercerán una gran influencia en el desarrollo social, emocional y cognoscitivo del niño.
Los bebés desarrollan vínculos con ambos padres casi al mismo tiempo. En un estudio clásico, los niños de un año en adelante protestaron de igual manera por la separación del padre y de la madre, mientras que los de nueve meses o menos sólo protestaron por la separación de la madre. Cuando ambos padres estaban presentes, un poco más de la mitad de los bebés buscaron a la madre, pero casi la mitad mostró tanta o mayor inclinación hacia su padre.
“Un padre cercano le permite al hombre instalar una reserva de ternura corporal con los de su mismo sexo que no estimula el deseo homosexual —como tantas veces se malentiende—. Eso le permite ejercer tranquilamente la amistad, la cooperación con otros hombres, la confianza y el cariño, disminuyendo la desgastante competencia agresiva”, concluye la investigación del doctor Capponi.
NO SE DIVORCIE DE SU HIJO
Una recomendación vital para los padres separados es que el papá no asuma un rol sólo recreativo. Mientras la mamá trata de formar orden y responsabilidad de lunes a viernes, el papá aprovecha el fin de semana sólo para el juego.
“Eso genera una disputa muy grande. El padre debe vincularse también con el desarrollo sicológico, orientar a su hijo e inspirarle modelos de desarrollo y metas. La idea es que esa relación supere la amistad y no se refiera únicamente al fin de semana. Debe haber otros momentos de acercamiento”, recomienda el experto.
¿Y usted, ¿qué papá es?
Son muchas las formas de ejercer la paternidad, aunque no todas sean recomendables. Una lista de algunos tipos de papás.
Ausente. No se entera de los asuntos íntimos de sus hijos, lo cual le impide ejercer una función paterna real.
‘Billetera’. Piensa que su función se limita a proveer. No participa en la formación real de su hijo.
Recreativo. Generalmente lo encarna el padre divorciado, que para compensar su ausencia en el hogar busca ganar popularidad ante su hijo. Sin embargo, no trasciende en los asuntos reales e importantes en la vida del niño.
‘Papa Mamá’. No sólo es el padre que ocupa el lugar de la madre cuando ella no está. También es el papá interesado en formar parte de la crianza de sus hijos y que además quiere reconocer sus necesidades emocionales.
EN LOS JUEGOS
La forma de relación padres-hijos es igualmente importante, pero absolutamente diferenciada. Mamá se ocupa del bebé de una forma más protectora, alimentándolo, jugando con caricias, mimos y arrumacos delicados, mientras que papá pone en práctica actividades un poco más rudas, como levantarlo por los aires o balancearlo. Se podría decir que sus juegos son más “físicos”.
Ambas formas de jugar con el pequeño promueven muchos estímulos y emociones. El niño aprenderá jugando a defenderse, a competir, a ser mimado y a brindar un cariño recíproco. Los juegos con el papá desde los primeros meses de vida son claves, ya que logran estimular específicos músculos y funciones cerebrales.
Por Natalia Echeverri Vargas