Las fórmulas y los alimentos sólidos para los bebés suelen contener hormonas derivadas de los hongos que causan infertilidad en los mamíferos.
Un equipo de la Universidad de Pisa informó que el 28 por ciento de las muestras de fórmulas analizadas estaba contaminado con los llamados micoestrógenos.
Los autores probaron 185 muestras de fórmula y 44 muestras de alimentos derivados de la carne de 21 marcas comerciales de Italia. Las sustancias detectadas fueron zearalenona y sus derivados, que provienen del Fusarium, una familia de hongos comunes en las granjas.
Aunque esas sustancias químicas, similares al estrógeno humano, están asociadas con la infertilidad en mamíferos, se desconoce si los bebés expuestos a esos compuestos a través de la comida o la fórmula podrían desarrollar trastornos reproductivos en el futuro.
El equipo aclara que sus resultados deben confirmarse con más estudios, pero que deberían instar a mejorar el control de las fórmulas y los alimentos para bebés. "Nuestro estudio prueba que los alimentos infantiles contienen micoestrógenos", dijo el autor principal, Francesco Massart.
Los micoestrógenos son algo natural en la agricultura comercial. Se encuentran en cultivos como el maíz, el trigo y la soja para consumo humano y animal.
En los campos con ganado de Estados Unidos se usa una de esas sustancias, el alfa zeralanol, para estimular el crecimiento de los animales, aunque la Unión Europea lo prohibió a mediados de la década de 1980.
El equipo italiano analizó 185 muestras de 14 marcas de fórmula infantil con leche de vaca y 44 muestras de alimentos para bebés de siete marcas, que incluían carne vacuna, pollo, pavo, ternero, caballo, conejo, jamón y cordero.
El 9 por ciento (17) de las muestras de fórmula contenía zearalenona y un cuarto de las muestras se encontraron dos derivados de la molécula, alfa y beta zearalenol. En menos del 25 por ciento de las muestras de alimentos con carne se detectaron sólo los derivados alfa y beta zearalenol.
Las concentraciones de micoestrógenos variaron ampliamente, pero, en general, estuvieron por debajo del nivel máximo de consumo diario que recomienda la Organización Mundial de la Salud: 0,5 microgramos/kg. Las concentraciones promedio de beta zeralenol en las fórmulas fueron cuatro veces superiores al nivel máximo recomendado.
Aun así, Massart aclaró: "Los niños, en especial los prematuros, están potencialmente expuestos a dosis más altas de micotoxinas durante los primeros tiempos, pero nadie sabe cuáles son los efectos en el largo plazo".
Ensayos con animales y los pocos estudios sobre seres humanos que existen sugieren que la exposición temprana a las micotoxinas afectaría la salud.
"Deberían hacerse estudios para determinar los niveles seguros de metabolitos de la zearalenona en las materias primas y los compuestos utilizados para la producción de alimentos, en especial para los bebés y los niños, los más sensibles a las sustancias químicas ambientales", sostuvo Massart.
Gilbert Ross, director médico de American Council on Science and Health, una ONG de Nueva York, no estuvo de acuerdo. "Detectar algo en los alimentos no significa que sea dañino", señaló.
"Los métodos de detección identificaron niveles (de contaminantes) muy bajos como para lesionar la salud humana, incluida la de los bebés. Como destacan los autores, las concentraciones de esas sustancias en los productos 'son poco relevantes' porque el organismo las destruye y las elimina rápidamente", agregó.
Por Adam Marcus
FUENTE: The Journal of Pediatrics, online 11 de marzo del 2011.