La técnica del británico Robert Edwards permitió el nacimiento de unos 4 millones de niños.
ESTOCOLMO (Reuters, EFE, DyN y Télam) -- El fisiólogo británico Robert Edwards, cuyo trabajo llevó al primer bebé de probeta, ganó el premio Nobel de Medicina 2010.
El Instituto Karolinska de Suecia galardonó a Edwards, de 85 años, por llevar felicidad a personas con problemas de fertilidad en todo el mundo.
Conocido como el padre de la fecundación in-vitro (FIV) Edwards recibió el premio de 1.500.000 dólares por lo que el instituto calificó como un "hito en el desarrollo de la medicina moderna".
Unos 4 millones de niños nacieron desde el primer bebé de probeta en 1978 gracias a las técnicas desarrolladas por Edwards junto con un colega ya fallecido, Patrick Steptoe.
"Bob Edwards cambió el modo de pensar la concepción de bebés", dijo el doctor Alan Thornhill, director científico del Centro de Fertilidad, Ginecología y Genética London Bridge.
Edwards y Steptoe, un ginecólogo, trabajaron pese a la oposición de iglesias, gobiernos y muchos medios de comunicación, así como a un intenso escepticismo de sus colegas científicos. También tuvieron problemas para financiar su trabajo y tuvieron que depender de fondos donados de forma privada.
Finalmente, en 1968, desarrollaron métodos para fecundar óvulos humanos fuera del cuerpo.
Trabajando en la Universidad de Cambridge, empezaron implantando embriones en madres infértiles en 1972. Sin embargo, varios embarazos no siguieron adelante y acabaron en abortos espontáneos debido a lo que después descubrieron eran fallos en el tratamiento hormonal.
En 1977, probaron un nuevo procedimiento que no implicaba tratamientos hormonales y dependía en su lugar en el momento exacto. El 25 de julio del siguiente año nació Louise Brown, el primer bebé de probeta.
"Estimamos mucho a Bob y estamos encantados de felicitarlo personalmente a él y a su familia", dijo Brown en un comunicado emitido junto a su madre. La mujer, que ahora tiene 32 años y estuvo siempre en contacto con Edwards, está casada y tuvo un hijo al que concibió de forma natural.
Su nacimiento fue una sensación mediática, ya que planteó interrogantes sobre ética médica, inquietudes religiosas y despertó la curiosidad humana básica. Muchos se preguntaron si un bebé concebido mediante FIV crecería con normalidad.
La importancia de un hijo
Edwards y Steptoe fundaron la primera clínica de FIV en Cambridge en 1980. Poco después, nacieron miles de niños mediante esta técnica en Gran Bretaña, Estados Unidos y otros puntos del mundo.
Tom Mathews, el director médico de la clínica, fue presentado a Edwards en 1983 y quedó impresionado por su pasión por la FIV.
"Como persona siempre encontraba el tiempo de hablar con los pacientes acerca de lo que estaba ocurriendo en el laboratorio y se regocijaba con cada niño que nacía con la fertilización", dijo.
Los procesos de FIV son ahora muy habituales. Hasta el 1 y el 2% de los bebés del mundo occidental son concebidos mediante métodos de FIV, dijo el miembro del comité Christer Hoog, profesor de biología celular.
Sin embargo, el acceso al tratamiento varía en todo el mundo. Muchos sistemas de salud europeos lo financian, pero la Sociedad Estadounidense de Medicina Reproductiva dice que la FIV en el país norteamericano puede costar hasta 12.400 dólares.
Steptoe falleció en 1988. Edwards, que está enfermo, no estaba disponible para hablar con los medios. Pero su esposa Ruth dijo en un comunicado que la familia estaba emocionada y encantada con el premio.
"Su dedicación y determinación, pese a la oposición de muchos sectores, condujeron a la exitosa aplicación de su método pionero", señaló.
1.200 nacimientos en la Argentina
Unos 1.200 niños nacen en la Argentina por año mediante la técnica de fertilización in vitro, que se implementó por primera vez en el país en 1985, y especialistas advirtieron que la infertilidad "debe ser considerada como una enfermedad", para que los tratamientos reciban cobertura de seguridad social.
En el país se practican unos 6 mil procedimientos de fertilización in vitro por año y el 20% de ellos producen nacimientos, dijo el experto de Halitus Instituto Médico, Sergio Pasqualini.
"El paso del tiempo va sirviendo para que no se le ocurra a nadie prohibir y que la técnica se imponga por sí misma", consideró el especialista.
Pasqualini advirtió que el premio Nobel "también sirve para demostrar que la infertilidad es una enfermedad, ante lo que algunos sostienen como argumento para no dar cobertura.
"Si se reconoce la infertilidad como una enfermedad, puede ser que se cubran los tratamientos. Es injusto que nos se cubran desde la seguridad social", manifestó el experto.
Críticas
El presidente de la Pontificia Academia para la Vida, el español Ignacio Carrasco de Paula, criticó la concesión del premio Nobel de Medicina al británico Robert Edwards, al expresar su "perplejidad" .
"¿Perplejidad? Mucha. Sin Edwards no existiría el mercado de los ovocitos. Sin Edwards no habría congeladores llenos de embriones a la espera de ser transferidos a un útero, o más probablemente para ser utilizados para la investigación, o bien para morir abandonados y olvidados por todos", manifestó Carrasco de Paula.
Carrasco, que precisó que en sus declaraciones habla a título personal, agregó que él habría votado a otros candidatos como "Mc Cullock y Till, descubridores de las células estaminales, o bien a (Shinya) Yamanaka, el primero en crear células madre inducidas (IPS).
"De todos modos la elección de Edwards no me parece completamente fuera de lugar. Por un lado, entra en la lógica perseguida por el Comité que asigna el Nobel, por el otro el científico británico no es un personaje que pueda ser infravalorado", agregó Carrasco.
Asimismo, comentó que Edwards "inauguró un nuevo e importante capítulo en el campo de la reproducción humana, cuyos resultados están a la vista de todos".
¿Quién es Robert?
Robert Edwards dedicó su carrera a ayudar a millones de personas a hacer realidad su sueño de tener hijos, "lo más importante en la vida" según sus propias palabras.
"Tenemos álbumes enteros de titulares, cosas como nacimiento probeta: un acto inmoral prohibido por el Papa", recordó Kay Elder, una de sus colaboradoras a partir de los años 80.
"Interferir con la vida humana se consideraba poco ético e indeseable. Mucho de eso venía de la propia Universidad", agregó.
Sin embargo, su deseo de hacer avanzar el conocimiento científico y su determinación para ayudar a las parejas infértiles, lo animó a seguir adelante.
"Lo más importante en la vida es tener un hijo. Nada es más especial que un hijo", dijo durante su carrera Edwards, quien no pudo reaccionar al Nobel debido a su delicado estado de salud.
Nacido el 27 de septiembre de 1925 en la localidad de Batley, cerca de Leeds (norte de Inglaterra), sirvió en el ejército británico de 1944 a 1948, antes de iniciar sus estudios de biología en la Universidad de Bangor, en Gales, y luego en Edimburgo (Escocia), donde se doctoró en 1955 con una tesis sobre el desarrollo embrionario de los ratones.
Tras un primer empleo en el Instituto Nacional de Investigación Científica en Londres, comenzó a trabajar en 1963 en la Universidad de Cambridge, donde cinco años más tarde vio por primera vez de vida creada fuera del útero.
"Nunca olvidaré el día que miré dentro del microscopio y vi algo extraño en los cultivos", dijo Edwards en 2008. "Lo que vi fue un blastocisto humano mirándome fijamente. Pensé: lo conseguimos", agregó entonces.
Una década después, el 25 de junio de 1978, nacía Louise Brown, fruto de la primera fecundación in vitro --fecundación de los ovocitos por los espermatozoides fuera del cuerpo de la madre--, en un parto rodeado del más absoluto secreto para escapar al acoso de los medios de comunicación.
Aunque vivió retirado en los últimos años, el profesor Edwards nunca dejó de mostrarse impresionado por las nuevas técnicas, ni de alentar a los científicos a seguir investigando pese a los problemas éticos que plantean los nuevos progresos de la genética.
"La ciencia tiene que avanzar. No habría habido ninguna fecundación in vitro si no hubiéramos estudiado el embrión", afirmó al recoger un premio en París en 2007.
Según La Nueva Era