La mayoría de las madres solteras tuvieron su embarazo en la adolescencia, etapa en la que resulta difícil hacerse cargo de un niño porque no se tiene la preparación física ni emocional para proporcionarle los cuidados y educación adecuada. Actualmente, muchas mujeres con la ayuda de su familia forman un hogar sin la presencia del padre.
Los seres humanos tenemos capacidades que se van desarrollando y fortaleciendo a lo largo de la vida, una de ellas es hacerse cargo de los hijos junto con la pareja para proporcionarles óptima educación y apoyo, lo cual tiene alto grado de complejidad. ¿Qué sucede cuando esta obligación recae solamente en los hombros de las féminas, debido a que el compañero se desentendió de su paternidad?
Lo anterior es común en mujeres adolescentes, quienes tienen que suspender sus estudios y salir a trabajar para encargarse de la manutención de su vástago. Por ello, no es de extrañar que las mamás en estas condiciones vivan extenuadas, llenas de ansiedad y nerviosas y que, por eso mismo, gocen de muy poca disponibilidad física y emocional para atender a un hijo sediento de su compañía y atención. Este problema puede atenuarse cuando la joven cuenta con el apoyo de sus padres y hermanos, pues de alguna manera se constituye un núcleo familiar en torno al pequeño.
Cabe destacar que durante la infancia todos los niños se benefician del contacto con un modelo paterno respetable, racional y benévolo, aunque éste no sea necesariamente el padre biológico. En el caso del varón dicha imagen es especialmente importante en el momento de aprender a formar el concepto de autoridad, configurar la identidad masculina y forjar las cualidades que él mismo tendrá como futuro padre.
Lo anterior se construye en la mente de los infantes mediante los atributos de otros hombres importantes en su niñez y de cualidades paternales idealizadas, es decir, que aun y cuando las madres no tengan un compañero, para el chico siempre existirá un padre aunque éste sea tan solo una fantasía.
Ante los niños sin padre se alza un mundo colmado de retos y amenazas, aunque no por ello las mujeres que educan solas a sus hijos estén destinadas a tener niños con problemas. Muchas guían adecuadamente a sus pequeños, quienes llegan a convertirse en adultos sanos y competentes, sobre todo si disfrutaron de buena relación con ellas.
También son cada vez más frecuentes las mujeres que deciden engendrar y responsabilizarse de un hijo en solitario, en consecuencia, los niños de estas féminas tendrán pocas vivencias de un hogar formalmente constituido. En estos casos se añaden, a mediano y largo plazo, las dificultades para crear y desarrollar un vínculo madre-hijo suficientemente estable para asegurar la crianza, y las familias de origen, especialmente los abuelos, tienen un papel relevante a la hora de posibilitar la progresiva instauración del lazo afectivo.
Es muy importante que a los jóvenes se les proporcione orientación adecuada acerca de los riesgos de tener relaciones sexuales sin protección, pues además de tener la posibilidad de adquirir enfermedades pueden traer al mundo hijos no deseados; asimismo, debe destacarse la importancia del "rol" masculino y femenino en el desarrollo de un niño.
Por otra parte, también hay que considerar que las familias en las que la mamá es la cabeza no siempre tienen que calificarse como incompletas, pues hay que considerar que el papel de la mujer actual se caracteriza por ser más independiente y competente. Además, si las féminas poseen la madurez emocional suficiente no tienen porqué sufrir complicaciones; ellas pueden continuar la marcha aunque sobre sus hombros lleven el peso de ser madre y padre a la vez.
Gonzalo De Garay
Fuente: http://www.saludymedicinas.com.mx/Nota.asp?ID=337&IDC=
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