¿COMO DISCIPLINO A MIS HIJOS?

La disciplina es educación que corrige la mente y el corazón y nuestros hijos la necesitan constantemente. Por ello es necesario impartirla con amor.

Es bien sabido por muchos que la disciplina combina técnicas positivas como negativas y es de nosotros los padres saber aplicarlas.


CÓMO CASTIGAR

Todos los padres tienen firmes opiniones sobre el castigo y todos, lo admitan o no, usan el castigo como una forma para enseñar al niño la conducta adecuada. Si se manda al niño a su habitación, se le restringe el tiempo para ver televisión, se le retira un juguete que adora o se exclama con firmeza ¡No! cuando un niño que anda a gatas intenta encaramarse al fogón, se están empleando los principios del castigo para modificar conductas.

Sería maravilloso poder educar a los niños utilizando sólo técnicas positivas, pero no es posible. Para enseñarles patrones de conductas deseables, hay que hacer uso de las consecuencias positivas y negativas. El castigo no debe considerarse necesariamente como bueno o malo. Los autores no están en contra de su aplicación. Están a favor del uso eficaz del castigo, con una buena técnica. Pero el castigo solo no produce los efectos deseados. Ello se debe a que es totalmente negativo. Enseña al niño lo que no debe hacer en lugar de lo que se debe hacer. Cuando se utiliza aislado, sin el equilibrio de refuerzos positivos para conductas adecuadas, no enseña al niño cómo reemplazar la mala conducta por otra más aceptable.

Martita de tres años, se sube a una silla para coger un vaso. Su madre la baja de la silla y la riñe por haber subido. Heather se echa a llorar y dice «Ya no lo volveré a hacer, mamá». Esto es correcto de momento, pero ¿ha aprendido que hay tazas más abajo o que la próxima vez debe pedir ayuda? Aprendió lo que no debe hacer, pero no lo que debe hacer en el futuro. Además los efectos del castigo ocasional son buenos pero cuando se usa un castigo muy a menudo, pierde eficacia.

Este es el clásico efecto de la adaptación y es una de las razones por las que no recomendamos el pegar como una forma de castigo. Dado que el castigo es, a veces, una técnica necesaria, la cuestión que se plantea es cuándo y cómo usarlo. Se sugiere seguir los siguientes puntos básicos:

Elegir un castigo que reduzca la conducta no deseada

El castigo es solamente eficaz si hace que disminuya la probabilidad de que una conducta inapropiada se repita. Esto es especialmente cierto si recibe pocos elogios por sus acciones positivas. Si con el bofetón, el sermón, la prohibición o la retirada de juguetes 0 permisos no se consiguen resultados, no puede hablarse de castigo.

Un ejemplo clásico es el de Enrique, de nueve años. Se le envió a su habitación por haber pegado a su hermana. En su habitación, jugó con los robots y con el ordenador. Cuando su madre fue a decirle que podía salir, estaba viendo a su héroe favorito en la televisión. No podía haberle importado menos que le enviasen a su habitación. Al salir, volvió a pegar a su hermana por crearle problemas.

El consejo de los autores es el de observar los efectos que tiene el castigo. Si la conducta indexada decrece, entonces la consecuencia debe ser el castigo. Si no es así, no vale la pena repetir la acción. Hay que probar otra


Use el castigo con moderación

Si se usa el castigo demasiado a menudo, el niño se habitúa y deja de ser eficaz. Cualquier acción -incluso si es eficaz- como la regañina, la prohibición de televisión y el azote, se verá debilitada con el abuso y no tendrá los efectos deseados cuando se necesite.

Usar el castigo combinado con técnicas positivas

Cuando se escoge el castigo, asegúrese de que se está proporcionando también disciplina positiva. En sí mismo, el castigo no enseña al niño a portarse bien. Para animar al niño a actuar de la forma deseada, se deben definir, enseñar y recompensar las conductas positivas que se quieren establecer. Si se castiga a un niño por correr de un lado a otro de la calle, hay que enseñarle también a pararse, mirar y escuchar antes de cruzar la calle. Elógiele por quedarse en la acera o por mirar cuidadosamente antes de cruzar la calle. Esto hará que el castigo por comportamientos indexados sea más eficaz.

No retrase el castigo

Si se va a castigar al niño, hágalo tan pronto como sea posible después de la mala conducta. Las conductas se controlan mediante consecuencias inmediatas, así que no hay que esperar «hasta que venga papá». No espere hasta la tarde, o hasta mañana, o la semana que viene. Todo castigo pierde su eficacia si se retrasa y el niño puede no relacionarlo con la mala conducta que lo causó.

Explique siempre las consecuencias

El niño debe saber qué conductas le desagradan y lo que va a ocurrir si continúa perseverando. Explíquele cuáles son las reglas y las consecuencias que seguirán si no las tiene en cuenta.

Sea firme

El castigo eficaz no es solamente repentino, sino que también es predecible. Debe darse siempre y en cada ocasión en que ocurra la mala conducta. Si se le ha dicho al niño que si tira un módulo de construcción lo perderá, se le debe quitar el módulo inmediatamente después de que lo haya tirado.

No amenace en vano

No hay que amenazar al niño con castigarle y luego no seguir adelante. No hay que darle una segunda, tercera , décima oportunidad antes de entrar en acción. Se debe decir lo que se va a hacer y hacer lo que se ha dicho en todas las ocasiones. La falta de consistencia y las amenazas vanas conducen a la mala conducta, que se convierte en más firme y más resistente al cambio.

Dar una oportunidad para la buena conducta

El efecto inmediato del castigo es enseñar al niño lo que es correcto, pero hav que darle la oportunidad de que demuestre lo que ha aprendido. Los castigos prolongados no permiten que se dé esto último. Por ejemplo, tomemos el caso de volver a casa. El niño llega tarde a casa cada noche o ha ignorado diversas llamadas para entrar en casa a cenar. Usted, en el enfado, le mantiene en casa durante un mes. Durante este mes, el niño no puede demostrar que ha aprendido a entrar en casa o a responder a las llamadas. Puede estar tan resentido por el castigo, que se escape o actúe como un animal enjaulado. Si se le castiga teniendo que ir directamente de la escuela a casa durante dos días entonces tiene la oportunidad de demostrar que ha aprendido las reglas. A lo largo de un mes tiene muchas oportunidades para volver a ganarse la confianza de los padres.

Como principio general, no se recomienda el castigo físico, pero existen algunas excepciones aisladas. Si, por ejemplo un niño de dos años quiere introducir un objeto metálico dentro de una toma de corriente, se debe gritar ¡ No!, coger el objeto metálico y darle al niño un golpe en las manos. Para los niños que todavía gatean, esto es mucho más eficaz que una conferencia sobre los peligros de la electricidad.

Una actitud alternativa, realmente más eficaz con algunos niños, es seguir sujetando la mano del niño al tiempo que se le dice ¡No! enfáticamente. La restricción momentánea funciona bien a menudo con niños pequeños. También es una buena alternativa cuando los padres están tan frustrados que se dan cuenta de que pueden perder los estribos y pegar al niño con demasiada fuerza.

Nunca se debe aplicar el castigo físico en un estado de ira. Si se decide pegar al niño, hay que hacerlo como una elección consciente en vez de como una respuesta emocional del momento. La acción del padre debe ser breve, con propósito y controlada. Se cree que los límites del castigo físico deben ser un cachete en la mano o en el trasero con la mano abierta. Cualquier cosa que sobrepase ese límite podría llegar a ser peligrosa. Nunca se deben usar cinturones, varas, o cualquier otro objeto para pegar a un niño.

En su lugar, se deben intentar las técnicas de control no físico como son la de ponerle de cara a la pared, la sobrecorrección y otras formas de castigo como las restricciones y supresión de privilegios u objetos. Hay que recordar siempre que las mejores técnicas de disciplina incluyen consecuencias tanto positivas como negativas previstas como forma de cambiar una conducta.

COMO USAR LA TÉCNICA DE MANDAR A UN NIÑO AL RINCON O "TIEMPO FUERA"

La mayoría de las técnicas para hacer de padre no son nuevas. La del rincón lleva mucho tiempo utilizándose. Se utiliza también con otros nombres, como la de poner de cara a la pared o la de fuera de juego. En términos prácticos, significa apartar al niño de una actividad o situación para que no pueda tomar parte en esa actividad o recibir elogios y atención. Como técnica de castigo, puede ser muy eficaz si se utiliza correctamente. Se deben incorporar los siguientes pasos en el plan:

Elegir cuidadosamente el rincón o "fuera de juego"

Para que sea eficaz la técnica del rincón o fuera de juego, el niño tiene que sentir que le falta algo mejor de lo que está experimentando en el rincón. Por lo tanto, el lugar debe ser un sitio aburrido -no cruel, oscuro, o tenebroso- simplemente aburrido. Puede servir cualquier lugar de la casa que no sea interesante. Un «rincón de meditación» funcionará también, si está apartado de la zona principal de la actividad familiar. Un dormitorio también sirve si el niño puede ser reducido a su cama. El lugar en sí tiene menos importancia en realidad que el hecho de que el niño prefiera estar en otro sitio. Si Carlos quiere ver un programa de televisión desesperadamente, jugar con su hermano, o montar en su bicicleta, incluso una habitación llena de juguetes es un buen lugar para funcionar como rincón.

Explicarle al niño las reglas de estar en el rincón o de cara a la pared

En un momento tranquilo antes de tener que usar esta técnica, se debe decir al niño que se le mandará al rincón si continúa desobedeciendo. Explíquele que esto le ayudará a romper con este hábito. A continuación persevere con la técnica cada vez que el comportamiento se repita.

Al principio se debe aplicar el mandarle al rincón solamente para un comportamiento. Cuando haya cambiado dicho comportamiento, úselo para otro. Si se usa para muchos comportamientos incorrectos al mismo tiempo, el niño se confundirá, preguntándose por qué está en el rincón en ese momento. Además, el tiempo en el rincón, como cualquier técnica de castigo, pierde su eficacia al utilizarla demasiadas voces.

Asignar un tiempo máximo para el rincón según la edad del niño.

Largos periodos de tiempo en una habitación o semana de encierro resultan inútiles, ya que provocan resentimientos en el niño y no mejoran el comportamiento. Un periodo de apartamiento corto normalmente funciona bien y dura sólo pocos minutos. Un niño tiene que estar en el rincón tantos minutos como años tenga. Nos ha parecido una buena norma. Supone cuatro minutos para un niño de cuatro años, cinco minutos para uno de cinco y un minuto más para cada año adicional. Para un niño este es un largo periodo de tiempo sin hacer nada. Interrumpe su actividad, pero al mismo tiempo le proporciona la oportunidad de serenarse y de dejar de hacer aquello por lo cual ha sido enviado al rincón

Añada minutos si hay resistencia

Un periodo de tiempo más corto también da ventaja a los padres. Si se tienen dificultades para poner al niño en el rincón o para mantenerlo allí, se debe añadir un minuto de tiempo por cada instante de resistencia. Si Marshall se niega a ir al rincón, se le debe llevar allí y decirle, «Ahora es un minuto más». Vigílele si es necesario. Si se va sin permiso, se le debe volver a llevar y castigarle con otro minuto. Intente no sobrepasar las tres penalizaciones de un minuto, ya que en esta etapa será más eficaz añadir otra consecuencia.

Añadir consecuencias de apoyo para la resistencia excesiva

Si se llega a un punto en el que es necesario un apoyo para las palabras y acciones paternas, se puede informar al niño de que, si no cumple su tiempo en el rincón, perderá su juguete favorito o un privilegio durante unos días. Sea consecuente con ello. A menudo, la resistencia se hará menor al saber que existe una consecuencia de apoyo.

Utilice el reloj de cocina

Se deben controlar los minutos que pasan, con un reloj de cocina, mejor. Dígale al niño cuánto tiempo debe quedarse en el rincón y que cuando suene el timbre puede regresar si se ha tranquilizado. Si se ha añadido tiempo, volver a poner el minutero. Si todavía no se ha tranquilizado cuando se haya cumplido el tiempo, no permita que se vaya hasta que se haya controlado.

No permitir que el tiempo fuera de juego (en el rincón) se convierta en una manera de evitar responsabilidades

Cuando el tiempo se cumpla, se debe hacer que el niño haga lo que se le pidió que hiciera antes de comenzar el tiempo fuera de juego 0 que adopte el comportamiento apropiado. Cuando coopere, se le debe elogiar calidamente.

Adoptar el procedimiento para niños más mayores

Aunque el tiempo fuera de juego o en el rincón funciona mejor con niños de edades entre dos y doce años aproximadamente, los mismos principios se aplican para el encierro en casa u otras formas de tiempo fuera de juego más apropiadas para niños mayores. Breves períodos de encierro o apartamiento son mejores semanas o meses y siempre pueden ser reactivados si el niño cae en sus antiguos hábitos. Por ejemplo, si bajan las notas de un chico, se le puede tener castigado en casa durante unos días hasta que muestre que está estudiando más y más constantemente. Si flojea una vez se haya levantado el castigo, se puede volver a aplicar. Si el niño abusa del teléfono, se le puede prohibir que haga 0 reciba llamadas esa noche. A la noche siguiente se pueden restablecer las reglas para el uso del teléfono y lo puede intentar de nuevo. Cuanto más corto sea el periodo de castigo, más motivado está el niño y más justo le parece éste.



Fuente: www.aibarra.org/enfermeria/sicologia/tema2.htm

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